Un retrato familiar es un acto de amor de ti para los tuyos
Soy retratista, me llamo Mauricio Morán y desde hace 10 años me dedico exclusivamente a la elaboración de retratos familiares en formato grande y tengo mi estudio de arte al norte de la Ciudad de México.
Toda mi vida he dibujado, recuerdo que de niño siempre sentí atracción y disfrute al pasar por el papel un lápiz de grafito o de color y tratar de representar en esos dibujos lo que veía de pequeño... recuerdo que mi padre nos compró, a mis hermanos y a mí, una caja de 36 colores Prismacolor, yo veía gigantesca esa caja, … y era quien más los usaba, así que eventualmente los consideré parte de mí, recuerdo claramente haber dibujado a mi padre en un block de dibujo Scribe, de esos grandotes que traían intercaladas hojas gruesas y hojas de albanene, después en otra hoja dibuje ahora el rostro de mi madre y después a mi tío, y así a varios de mi familia, no era yo un genio ni mucho menos, todos los rostros eran iguales; elaborado en su estructura con figuras geométricas básicas, salvo características obvias que eran fáciles de detectar entre cada uno y que rompían con toda monotonía; cabello largo, bigote, lentes etc… de esto que les platico fue cuando iba en el kínder… quien diría que muchas décadas después, en la actualidad, vivo apasionadamente de hacer retratos…no obstante entre el kínder y hace 10 años que comencé a hacer retratos pasaron muchas cosas, ¿Qué fue lo que me llevo en un momento dado a realizar retratos en la actualidad?
Hace 10 años llegue a una conclusión tan profunda para mí, que pareciese que fué ayer cuando el sentimiento de la certidumbre y claridad se fundió en mí y decidí pensar y trabajar sólo y únicamente en la creación de Retratos Familiares, de tal manera que es hoy por hoy lo único que puede pasar por mi cabeza cada día que comienza…
En aquellos tiempos haciendo una reflexión personal sobre la obra de artistas contemporáneo, observé que las personas que yo veía en las pinturas me resultaban extremadamente impersonales y no dudé que pasara lo mismo con el grosor del público espectador. Es decir, el artista, al momento de utilizar modelos de personas para construir su imaginario personalísimo, en la mayoría de las veces se convierte en un arte hermético y difícil de consumir. Lo cual no juzgo pero a mí en lo personal no me acababa de convencer, considero que un arte así de hermético hace que la el espectador común se de media vuelta y no entre de nuevo a una sala de arte contemporáneo.
En esa búsqueda de hacer un arte más cercano al público, visualicé mi obra habitada por gente tan real como fuera los que la adquirieran, es decir una obra completamente identificada con su propietario. Fue así como me introduje al Retrato. Pensé en una obra de carácter contemporáneo en cuanto a técnica y lenguaje visual, pero con un contenido tan veraz, real y vivencial como la mismísima persona que lo tuviera en su hogar. Una Obra completamente conectada con su dueño final, donde su historia de vida familiar sea el contenido de la Obra que habita y decora su hogar.
En esa misma reflexión, me di cuenta que me agrada conocer a la gente, y que también adoro en demasía la soledad que demanda la creación artística. Una contradicción que en mi persona suena a equilibrio.
Fue así como me sumergí en el Retrato, siento una gran admiración por la historia del mismo, el sentido de pertenencia con el que ha sido realizado en cada época y el valor histórico que con el tiemplo adquiere, lo sitúa en un estado de permanencia y consolida su pasado para quien lo ve, en cada época. El retrato siempre ha estado presente en todas las civilizaciones. Su uso ha experimentado variaciones en cada época y corresponden a su momento social e histórico. Es la representación del individuo, en el Retrato, y su estadía en relación con sus semejantes lo que siempre lo ha detonado. No es casualidad que encontremos como medio de reconocimiento en los estratos altos de cada civilización al Retrato, principalmente en la historia de Europa; Reyes, clérigos y la burguesía eran quienes lo demandaban.
Yo utilizo al Retrato como un contenedor que transmite los sueños, logros y momentos especiales de la familia. Con el retrato le otorgo a la familia el poder de transmitir sus pensamientos esenciales de forma sutil a los suyos, de tener presente siempre su filosofía de vida, así como de brindar un sentido de pertenencia a cada uno de sus integrantes. El retrato que realizo se convierte así en un medio poderoso a la hora de trasferir nuestros valores familiares a las generaciones venideras.
Mi trabajo contiene un profundo sentido de gratitud de parte de quien me contrata para con sus seres queridos, es un acto de amor para sí y para los suyos. Yo interpreto su intención, su amor, sus momentos especiales, sus recuerdos y los impregno de rasgos poéticos y pictóricos en la Obra Artística que habitará ese espacio personalísimo de la familia; su hogar.
Es la historia familiar, envuelta en trazos pictóricos sobre el lienzo, una manera sutil de perpetuar en una Obra Artística, el gesto de amor entre sus integrantes.
El retrato familiar se transformará entonces en una experiencia que recordarán toda la vida.
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